Ir al contenido
Inicio » 1. CH’IEN / EL CREADOR

1. CH’IEN / EL CREADOR

    “El creador tiene un éxito sublime, favorecido por la perseverancia.”

    Según el significado principal, los atributos (sublime, exitoso, promotor, persistente) van de dos en dos. Para quien obtenga esta respuesta del oráculo, eso significa que recibirá una participación del éxito proveniente de las profundidades subyacentes en los eventos del universo y que todo depende del hecho de que uno sólo busque su felicidad y la de los demás perseverando en el camino correcto.
    Los significados específicos de los estos cuatro atributos se convirtieron muy pronto en un objeto de especulación. La palabra china traducida por “sublime” significa: “cabeza, origen, grande”. Esta es la razón por la cual la explicación de Confucio dice: “Grande es el poder original del Creador, todos los seres le deben su comienzo, y este poder penetra todo el cielo”. Este primer atributo también compenetra los otros tres.
    El comienzo de todas las cosas sigue estando, por así decirlo, en el más allá, en forma de ideas, que deben pasar por una etapa de realización. Pero en el creador también ya está el poder de dar forma a esos arquetipos ideales: esa es la noción que expresa la palabra “exitoso”. Este proceso está representado por una imagen de la naturaleza : “Las nubes pasan, la lluvia opera y todos los seres individuales fluyen en su forma”.
    Aplicados al reino del hombre, los atributos muestran al hombre noble el camino hacia el gran éxito: “Porque él ve con gran claridad las causas y los efectos primeros, completa en tiempo correcto los seis grados y se eleva sobre ellos hacia el cielo en el momento oportuno, como sobre seis dragones”. Los seis grados son las seis posiciones diferentes dentro del hexagrama, representadas por la imagen de los dragones. El camino del éxito aquí es el reconocimiento y la realización del camino (Tao) del mundo que, como una ley que atraviesa desde el principio hasta el fin, produce todos los fenómenos condicionados por el tiempo. De esta manera, cada grado alcanzado es al mismo tiempo la preparación del siguiente, y el tiempo ya no es un obstáculo, sino el medio que permite la realización de lo posible.
    Después de que el acto de creación se haya expresado a través de ambos atributos “sublime” y “exitoso”, el trabajo de preservación se muestra ahora como una actualización y diferenciación continua de la forma. Se traduce entonces como dos expresiones de los abributos de “promoción”, es decir, “creando lo que corresponde a la naturaleza” y de “persistencia”, es decir, siendo “justo y firme”. “El caminar del creador modifica los seres y los moldea, hasta que todos hayan alcanzado su naturaleza justa, la que está destinada a ellos, y los mantiene de acuerdo con la gran armonía y la perseverancia”.
    En el dominio humano, vemos cómo el hombre noble confiere paz y seguridad al mundo mediante su acción ordenada: “Al levantarse, elevando su cabeza sobre la multitud de hombres, todas las regiones se unen en paz”.
    Otra especulación lleva aún más lejos la distinción de las palabras “sublime, exitoso, promotor, persistente” colocándolos en paralelo con las cuatro virtudes cardinales. A la “sublimidad”, que como principio fundamental incluye todos los demás atributos, se le asigna el “amor”. Al atributo de “exitoso” se le atribuyen las costumbres que regulan y ordenan las expresiones del amor y, en consecuencia, le asegura su éxito. En el término “promover” está asociado a la “justicia” que crea situaciones en las que cada uno recibe lo que corresponde a su naturaleza, lo que le es propio y lo que lo hace feliz. Al atributo de “perseverancia” se le atribuye la “sabiduría” que reconoce las leyes fijas de todos los eventos y que, en consecuencia, puede crear situaciones duraderas.
    Estas especulaciones, que ya aparecen en uno de los comentarios que forman la segunda parte del I Ching, el Wen Yen, constituyeron el puente que hizo posible la unión de la filosofía de los cinco grados de transformación (elementos), sólidamente establecido en el Libro de los Anales, con el I Ching que, basado únicamente en una dualidad bipolar de principios positivos y negativos, ha abierto la puerta a un simbolismo de números que se ha desarrollado con el transcurso del tiempo.